Los
reptiles (Reptilia) son una clase parafilética de animales vertebrados amniotas
provistos de escamas epidérmicas de queratina. Fueron muy abundantes en el
Mesozoico, época en la que surgieron los dinosaurios, pterosaurios,
ictiosaurios, plesiosaurios y mosasaurios. Según la taxonomía tradicional los
reptiles son considerados una clase, pero según la sistemática cladística, son
un grupo parafilético, por tanto sin valor taxonómico; en su lugar se ha
preferido el uso del clado Sauropsida por ser monofilético.
Características
La
mayoría de los reptiles se han adaptado a la vida terrestre, pero finalmente se
ha descubierto que algunos viven en el agua. Una piel resistente y escamosa es
una de sus adaptaciones. Otras de las adaptaciones que han contribuido al éxito
de los reptiles en tierra firme son que incluyen pulmones bien desarrollados,
un sistema circulatorio de doble circuito, un sistema excretor que conserva el
agua, fuertes extremidades, fertilización interna y huevos terrestres con
cascarón. Además los reptiles pueden controlar su temperatura corporal
cambiando de lugar.
Control de temperatura corporal
La
capacidad para controlar su temperatura corporal es una enorme ventaja para los
animales activos. Los animales de los que hemos hablado hasta ahora son
ectotérmicos. Los ectotérmicos utilizan la conducta para controlar la
temperatura del cuerpo. Para calentarse, se tienden bajo el sol todo el día o
permanecen bajo el agua durante la noche. Para enfriarse, se mueven hacia la
sombra, nadan, o se refugian en madrigueras subterráneas.
Alimentación
La
mayor parte de los reptiles son carnívoros y poseen un tracto digestivo
sencillo y corto, ya que la carne es bastante simple de descomponer y digerir.
La digestión es más lenta que en los mamíferos, lo que refleja su lento
metabolismo durante el reposo y su incapacidad para dividir y masticar sus
alimentos. Este metabolismo tiene requerimientos de energía muy bajos,
permitiendo que los grandes reptiles, como los cocodrilos y las grandes
serpientes constrictoras, puedan vivir de una comida grande por meses,
digiriendo lentamente una presa de gran tamaño.
Los
reptiles herbívoros, en cambio, tienen los mismos problemas de masticación de
los mamíferos herbívoros, pero, a falta de los dientes complejos que poseen
éstos últimos, los reptiles tragan rocas y piedras (llamados gastrolitos) para
facilitar la digestión: las rocas se lavan en el estómago, ayudando a moler la
materia vegetal. Las tortugas marinas, cocodrilos e iguanas marinas también
utilizan los gastrolitos como lastre, lo cual les sirve de ayuda para la
inmersión.
Respiración
Los
pulmones de los reptiles son esponjosos y tienen mayor superficie para
intercambio de gases que los anfibios. Esto es debido a que la mayoría de los
reptiles no puede intercambiar gases a través de la piel, como hacen la mayoría
de los anfibios de piel húmeda. Muchos reptiles tienen músculos que rodean las
costillas y expanden la cavidad torácica para inhalar, o colapsan la cavidad
para exhalar. Varias especies de cocodrilos también poseen repliegues cutáneos
que separan la boca de los conductos nasales; así respiran por las fosas
nasales mientras tienen la boca abierta. Para intercambiar gases con el medio
ambiente, los reptiles poseen dos pulmones funcionales o bien, en el caso de
ciertas especies de serpientes, solo uno.
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