Las
serpientes, son un suborden de saurópsidos (reptiles) diápsidos pertenecientes
al orden Squamata, superorden de los Lepidosaurios, caracterizado por la
ausencia de patas (la pitón mantiene diminutas extremidades vestigiales, herencia
de su pasado evolutivo) y el cuerpo muy alargado. Se originaron en el período
Cretácico.
Algunas
realizan mordeduras venenosas, como las cobras y las víboras, para matar a sus
presas antes de ingerirlas. Otras serpientes, como las boas y pitones, matan a
sus presas por constricción.
Se
reconocen más de 450 géneros y de 3460 especies. Se cree que las serpientes
derivan de algún tipo de lagarto, pero los detalles concretos de su origen no
están claros.
Desplazamiento
La
anatomía de las serpientes está especialmente diseñada para poder desplazarse
careciendo de extremidades. Comparadas con vertebrados cuadrúpedos, las
serpientes tienen un centro de gravedad muy bajo, pegado al suelo, una mayor
superficie corporal en contacto con el suelo lo que genera mayor fricción y
reparte más la masa corporal. A pesar de ello, son capaces de nadar, bucear,
escalar, saltar, cavar e incluso algunas especies pueden planear. Presenta
diferentes tipos de locomoción terrestre, la forma más común se realiza
mediante ondulaciones laterales del cuerpo, que comienzan en la cabeza hasta
terminar en la cola. Otro tipo de desplazamiento supone el uso de una parte del
cuerpo como ancla estática para impulsar el resto del cuerpo. También algunas
serpientes se pueden desplazar de manera recitlínea usando para impulsarse sus
músculos y escamas ventrales. Además, algunas especies, sobre todo de
ecosistemas desérticos, como la cascabel cornuda (Crotalus cerastes), se
desplazan levantando la cabeza y moviendo la parte anterior del cuerpo hacia
delante, para después levantar la zona media del cuerpo y moverla, este
movimiento siempre tiene dos partes del cuerpo en contacto con el substrato y
una en el aire.5 Las escamas ventrales ensanchadas de muchas serpientes impiden
el deslizamiento en dirección contraria a la marcha.
Esqueleto
El
esqueleto tiene muchas vértebras, más de 100 por lo general y llegando en
algunas especies a más de 400, lo que hace que sean muy flexibles. La variación
el número de vértebras está relacionada con la longitud de la serpiente, pero
también con su ecología. Por ejemplo, especies constrictoras, cuentan con un
mayor número de vértebras que las que usan otras estrategias.
El
cráneo está muy modificado respecto al modelo básico diápsido. Los huesos de la
mandíbula superior están débilmente unidos al resto del cráneo y el cuadrado
puede moverse libremente y posee potentes músculos refractores, lo que permite
una enorme abertura de las mandíbulas y la deglución de grandes presas enteras.
Los dientes son agudos y curvados hacia atrás y se implantan tanto en el
paladar como en el maxilar y el dentario.
Las
boas y las pitones poseen rudimentos de las extremidades posteriores y de sus
cinturas; en estas serpientes pueden verse unas garras en la parte externa y a
cada lado de la cloaca que desempeñan un cierto papel en el coito.
Sentidos
La
visión detallada es limitada, pero no impide la detección de movimiento.
Algunas serpientes poseen fosetas loreales, capaces de detectar el calor. No
obstante eso no indica que tengan visión infrarroja, ya que la información va a
áreas del cerebro distintas a las de la visión. Simplemente saben cada cosa si
está más caliente o menos.
El
sentido del oído de las serpientes es muy limitado ya que los órganos auditivos
han degenerado; falta el tímpano, la cavidad timpánica y la trompa de
Eustaquio, y la columela se articula con el cuadrado. Parece, pues, poco
probable que las serpientes puedan oír con claridad sonidos transmitidos por el
aire, pero sin duda son sensibles a las vibraciones del suelo, trasmitidas
mediante los huesos de la mandíbula.
Una
serpiente huele a través de su nariz; la lengua pasa las partículas de aire al
órgano de Jacobson en la boca para su examen. Otra característica de su lengua
es que termina en dos ramificaciones, por lo que se denomina bífida (la lengua
bífida se usa para captar partículas químicas y percibirlas con el órgano de
Jacobson, que está en la parte delantera del paladar).
Piel
La
piel de la serpiente está recubierta por escamas. La mayoría de las serpientes
utilizan escamas de la parte ventral para desplazarse, aferrándose con ellas a
las superficies. Sus párpados se encuentran permanentemente cerrados, pero son
en realidad escamas transparentes. Las serpientes cambian de piel
periódicamente.
A
diferencia de otros reptiles, el cambio de piel es realizado en una pieza, como
si tirara de una media. Esto se hace a medida que el animal crece y además para
reparar heridas y librarse de parásitos externos. La renovación periódica ha
convertido a la serpiente en un símbolo de salud y medicina, como se muestra en
la vara de Esculapio.
Veneno
Muchas
especies usan veneno para inmovilizar o matar a sus presas. El veneno es una
saliva modificada y se inyecta gracias a los colmillos .Los colmillos más
especializados (vipéridos) son muy largos y huecos, y actúan como verdaderas
agujas hipodérmica que se clavan profundamente e inyectan el veneno. Otros
tipos de colmillos, menos especializados, poseen una simple acanaladura en su
margen posterior por la cual desciende el veneno (cobras).
El
veneno de las serpientes es con frecuencia específico para sus presas, y su
papel como mecanismo defensivo es secundario. El veneno, al igual que todas las
secreciones salivales, posee agentes que realizan una predigestión de los
alimentos; por tanto, incluso las serpientes "no venenosas" pueden
causar daños en los tejidos.
El
veneno está constituido por una compleja mezcla de proteínas que actúan como
neurotoxinas (que atacan el sistema nervioso), hemotoxinas (que dañan la
sangre), citotoxinas (dañan los tejidos), bungarotoxinas y muchas otras
sustancias que pueden afectar al organismo de diferentes maneras; casi todos
los venenos de serpientes poseen hialuronidasa, un enzima que destruye el ácido
hialurónico, que es el cemento que mantiene unido el tejido conjuntivo que, por
tanto se disgrega facilitándose así la rápida difusión del veneno.
El
veneno se almacena en las glándulas venenosas situadas en la parte posterior de
la cabeza. En todas las serpientes venenosas, dichas glándulas poseen conductos
que se abre dentro de surcos o canales de los dientes de la mandíbula superior.
Australia
es el lugar del mundo con mayor número de especies venenosas; no obstante solo
se produce una muerte por mordedura al año de promedio. En cambio, en la India,
se producen 250 000 mordeduras anuales que producen unos 50 000 muertos.9 En
España se producen al año 1500 mordeduras de víboras de las que entre tres y
cinco provocan la muerte de la víctima.
Reproducción
La
mayoría de las serpientes se reproducen poniendo huevos, pero algunas especies
han desarrollado un método diferente. El cuerpo de la madre retiene los huevos
hasta que las crías están totalmente formadas para vivir de una manera
independiente.
En
algunos casos el grupo entero alumbra crías totalmente formadas, mientras que
otros grupos pueden estar formados por miembros que alumbran crías formadas,
como por miembros que ponen huevos. Por ejemplo, dentro de la familia Boidae
todas las boas paren animales ya formados, mientras que las pitones ponen
huevos.
Alimentación
Todas
las serpientes son carnívoras, alimentándose de una gran variedad de presas que
incluyen aves, anfibios, mamíferos, peces o insectos e incluso reptiles, entre
ellos otras serpientes en ciertas especies. Generalmente, las serpientes de
pequeño a moderado tamaño cazan presas indefensas, las cuales pueden ser
rápidamente devoradas y vivas. Sin embargo, si la presa opone resistencia,
pueden recurrir a técnicas como son el uso del veneno o la constricción para
abatir la presa antes de comérsela. Las serpientes no pueden masticar el
alimento, y en su lugar se las tragan enteras. Los dientes de una serpiente,
que son afilados como agujas y dirigidos hacia el interior de la boca, sirven
para retener la presa a que se le salga de su boca. A la hora de tragar, el
maxilar y la mandíbula, que están sujetos al cráneo por ligamentos, logran
separarse para acomodarse al tamaño de la presa. Así, una serpiente es capaz de
tragarse una presa que sea tres veces más grande que su propia cabeza y su
diámetro. Otra razón de su capacidad para tragar es la carencia de huesos como
el esternón para que la comida pueda pasar sin problemas por el esófago y por
todo el cuerpo del reptil. Después de la ingestión, una serpiente debe
aletargar para cumplir el proceso de la digestión. Esto se debe a que el
proceso digestivo requiere de mucha energía que la serpiente debe usar para
digerir con eficiencia la comida, la cual puede durar por días o meses, según
el tamaño de la presa. En ese estado, algunos órganos como el corazón y el estómago
entran en mayor actividad para que toda la comida sea casi totalmente digerida.
Las partes indigeribles pueden ser excretadas o regurgitadas.
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